Al poco de volver de Sevilla, donde estábamos desgastando una paletita ibérica que salió bastante buena, me entró el mono. Pensaba varias veces al día en comer jamón del bueno, del que deja un regusto amargo-rancio en los laterales de la lengua, casi debajo. Pero no quería pillar toda una pata/leta por ello. Finalmente hice un experimento: jamón 'de sobre' normalito untado con un aceite de oliva muy intenso. Salió muy bien, porque la botella de Hojiblanca que tengo por casa ha salido especialmente fuerte, dando un toque cercano al rancio del jamón de bellota, y muy aromático. Todo sobre una tostada de pan multicereales del Mercadona, y como el desayuno ha de ser consistente rematado con una rodaja fina de Brie.
A propósito de "A guide to jamón ibérico".