martes, 9 de julio de 2013

And I can still hear his song

I have legalized robbery
And called it relief
I have run with the money
I have hid like a thief
Rewritten histories with armies and my crooks
Invented memories
I did burn all the books
And I can still hear his laughter
And I can still hear his song
The man's too big
The man's too strong



Well, I've tried to be meek
I have tried to be mild
But I spat like a woman
And I sulked like a child
Hid behind walls that have made me alone
Striven for peace
Which I never have known

viernes, 29 de marzo de 2013

No he leído "El Capital"

Me levanté por puras ganas de ducharme y sin nada en la cabeza.

* * *

Después de un repaso al la "red social" esa soy un auténtico "rojo" de cafelito y comentarios online.

* * *

No he leído "El Capital" porque se me hizo largo. A esas alturas no necesitaba que nadie me explicase que las falacias capitalistas son superficiales argucias de unos tarados que solo quieren aprovecharse de los demás. No hace falta la profundidad de razonamiento que Marx emplea, ni su atención al detalle. Aunque la sociedad sí necesita que esa obra sea de referencia, esa y toda la que pueda ayudar a destronar esa mentalidad enferma que nos gobierna.

En cambio, leí con gusto "The Invention of Capitalism" (en papel), que contiene muchas referencias a Marx pero se lee fácilmente, quizás por puro placer para la curiosidad histórica que algunos llevamos dentro: "Así ocurrió? Tiene sentido!".

No hacen falta grandes esmeros para ver la Realidad. Una vez que te tomas la dichosa pastilla roja. Esa que te han entrenado para no ver desde la más indefensa infancia. Realidad, ¿qué realidad? Yo lo que siempre he querido es tener un cochazo, tener una mujer, tener una casa, hijos, perro, tener, tener, tener. Desde pequeñito. Desde antes de nacer. Desde que me concibieron con esa misma ni-idea. Cosificarlo todo y tratar de adquirirlo. No ser feliz con nada ni dejar a nadie serlo. Mira a tú alrededor, funciona!

Un saludo a esos "valientes" que se disponen a bautizar a sus hijos. Porque Dios (TM) dijo: "Creced y multiplicaos"... Hasta que reventéis el planeta, o reventéis de infelicidad. Mientras tanto sed carne de cañón, y de fábrica, y de multinacional. Siempre al servicio de una esquizofrénica élite canibal formada por personas tan asustadas e ignorantes como vosotros; pero mejor vestidas.

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Se ríe la madre de mi hijo, que si tan rojo soy por qué trabajo para un sistema que detesto. Quizás soy un rojo de cafelito y comentario online. De indefensa infancia y madurez tardía. Tratando de nadar igual que un pez en un mar de mediocridad.

sábado, 16 de febrero de 2013

Desmontando ideales

Tarantino es peloteado en una "Times talk" por una vieja trepa de Vanity Fair. No lo llamaría entrevista. Ella repite lo afortunada que fue de conocerle, habla de cuando estuvo en el escenario de Pulp Fiction, e insiste en el tema absurdo de que la audiencia en ese momento es afortunada por estar en presencia de Quentin.

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Hace poco creí reconocer la inherente contradicción de nuestra sociedad. Esa que nos muerde cruelmente a muchos. Unos no se dan cuenta y parece que no les afecta, otros la notamos demasiado, nos amarga, e intentamos alejarnos de ella aunque solo sea intelectualmente.

Quizás la peor contrariedad sea cómo el ser humano lo depreda todo, incluyendo a su propia especie, y cómo esto resulta más o menos incompatible con la sana vida en sociedad, o al menos con las más "populares" ideas morales:

  • La "Justicia", ese imposible ideal divino, por cierto prometido por las religiones, que en nuestras cabezas acaba siendo sinónimo de "que sea lo que a mí me gustaría".
  • La "Igualdad de oportunidades", esta idea que defendemos de palabra pero de hecho detestamos: todos por igual; pero mis hijos y amigos primero.
  • La "Meritocracia", o la idea de que las personas deben "ascender" en sociedad de acorde a sus aportes. Que a lo único que nos lleva es a pensar que los ricos deben ser personas maravillosas.
Lo curioso de estos ideales es que aunque no se realizan en la sociedad que vivimos, ni parece que se hayan dado en los últimos siglos, por algún mecanismo cruel nos sorprendemos una y otra vez de su carencia, y los anhelamos como algo perdido.

¿Acaso los tuvimos alguna vez, en la tribu de cazadores-recolectores?

¿Acaso nuestra sociedad actual consiste en que creamos en esos predicamentos, para dar más poder al poder que sencillamente los viola?

¿O son nuestros instintos los que nos llevan "de la nariz" mientras nos creemos seres racionales y usamos la razón para adornar los actos en lugar de para guiarlos?