sábado, 16 de febrero de 2013

Desmontando ideales

Tarantino es peloteado en una "Times talk" por una vieja trepa de Vanity Fair. No lo llamaría entrevista. Ella repite lo afortunada que fue de conocerle, habla de cuando estuvo en el escenario de Pulp Fiction, e insiste en el tema absurdo de que la audiencia en ese momento es afortunada por estar en presencia de Quentin.

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Hace poco creí reconocer la inherente contradicción de nuestra sociedad. Esa que nos muerde cruelmente a muchos. Unos no se dan cuenta y parece que no les afecta, otros la notamos demasiado, nos amarga, e intentamos alejarnos de ella aunque solo sea intelectualmente.

Quizás la peor contrariedad sea cómo el ser humano lo depreda todo, incluyendo a su propia especie, y cómo esto resulta más o menos incompatible con la sana vida en sociedad, o al menos con las más "populares" ideas morales:

  • La "Justicia", ese imposible ideal divino, por cierto prometido por las religiones, que en nuestras cabezas acaba siendo sinónimo de "que sea lo que a mí me gustaría".
  • La "Igualdad de oportunidades", esta idea que defendemos de palabra pero de hecho detestamos: todos por igual; pero mis hijos y amigos primero.
  • La "Meritocracia", o la idea de que las personas deben "ascender" en sociedad de acorde a sus aportes. Que a lo único que nos lleva es a pensar que los ricos deben ser personas maravillosas.
Lo curioso de estos ideales es que aunque no se realizan en la sociedad que vivimos, ni parece que se hayan dado en los últimos siglos, por algún mecanismo cruel nos sorprendemos una y otra vez de su carencia, y los anhelamos como algo perdido.

¿Acaso los tuvimos alguna vez, en la tribu de cazadores-recolectores?

¿Acaso nuestra sociedad actual consiste en que creamos en esos predicamentos, para dar más poder al poder que sencillamente los viola?

¿O son nuestros instintos los que nos llevan "de la nariz" mientras nos creemos seres racionales y usamos la razón para adornar los actos en lugar de para guiarlos?