Quizás el desastre de Fukushima haya inclinado algo la opinión pública en favor de los argumentos ecologistas, en una lucha hasta el momento imposible contra los poderes que acreditan, literalmente, los telediarios.
Sorprendería gratamente si este hecho propulsara un cambio de mentalidad para el largo plazo, ayudando a quitar esa etiqueta de antisocial que el ecologismo lleva colgada sin que muchos se pregunten por qué. Y quien sabe, incluso se podría empezar a prestar atención a unas preocupaciones surgidas al fin y al cabo del simple sentido de la supervivencia.
Pero hace veinticinco años de Chernobil.
Mientras tanto nuestro incansable Rainbow Warrior y su valiente tripulación se dirigen al meollo de la cuestión. Seguramente para seguir siendo ignorados en favor del tele-fútbol y las vidas de los monarcas.
En el terreno de lo anecdótico, he vuelto a ver aquella sombrilla roja...
En algún lugar de Japón, tras el terremoto de 2011 (disperso por la Red).