Encuentro hoy una interesantísima exposición de cómo se promulgó la constitución española, despojándola de la máscara de democracia y corrección política...
"Lo que se conmemora hoy, en realidad, es el referéndum en el que el conjunto del pueblo español aprobó la Constitución, después de que le dijeran que eso eran lentejas y que si le gustaba, bien, y si no, también, que o esto o el diluvio."
Y es que del timo de la "transición", que solo valió para perpetuar en el poder a los de siempre del modo más eficaz posible, ya empieza a emanar una verdadera peste de cadáver sin enterrar.
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Nunca aprenderemos.
Últimamente parece que tenemos lo que merecemos, y resulta casi más difícil identificarse con "el pueblo" que con lo que Cuchí denomina "la Casta". Al menos la Casta tiene unas señas de identidad claras, unos objetivos bien definidos, una coherencia. El Pueblo en cambio parece que está meramente esperando a que otros le digan qué hacer, y que experimenta un ansia existencial ante la posibilidad de tener que asumir responsabilidad alguna sobre su propio destino.
Ese Pueblo está satisfecho con la situación actual, y lo demostró hace poco en las urnas. Por mucho que rezongue lo hace solo para desahogarse un poco, seguirá contento mientras haya pa' comer. Y tragará lo que haya que tragar, con tal de no soportar el yugo que se le antoja más pesado: la responsabilidad maldita.
Atrapados en medio se encuentran muchos que no pertenecen a un colectivo ni al otro. Un 'tercer' colectivo que carece de poder efectivo en la democracia actual, pues no es poderoso ni numeroso. Que no está representado en los poderes cada vez más centralizados, y probablemente nunca lo estará. Como siempre: ¡que le den a las minorías!
La conclusión no es gran cosa.