Soñé que trabajaba con amigos de la universidad. Nos disponíamos a comer juntos como cada día. A las 12:45 abajo...
Echo de menos pertenencer a un grupo estable. A veces tanto que mi imaginación lo recrea como una especie de sensación de un miembro amputado. Somos animales sociales, no? Vamos, que duele.
Sin contar la dorada niñez en la urba, realmente viví esa sensación por vez primera en la universidad, después de dar tumbos por muchos colegios. Siete años académicamente mediocres pero socialmente estables.
Poco después volví a disfrutar la sensación trabajando cinco años en una gran empresa. Éramos felices... Hasta que la crisis de 2007 se nos llevó por delante.
Ahora llevo doce años cambiando con frecuencia de trabajo. En la ciudad donde emigré la gente viene y va. Encima viviendo de alquiler, los vecinos también vienen y van. Las relaciones de largo plazo se han vuelto preciosas por su escasez y el coste de mantenerlas.
Estando así la cosa, les ruego me disculpen si en estas fiestas me cuelo en su cena de amigos y me dispongo a charlar como si nos conociéramos de toda la vida.