domingo, 11 de diciembre de 2011

Un timo de la estampita

Encuentro hoy una interesantísima exposición de cómo se promulgó la constitución española, despojándola de la máscara de democracia y corrección política...
"Lo que se conmemora hoy, en realidad, es el referéndum en el que el conjunto del pueblo español aprobó la Constitución, después de que le dijeran que eso eran lentejas y que si le gustaba, bien, y si no, también, que o esto o el diluvio."
Y es que del timo de la "transición", que solo valió para perpetuar en el poder a los de siempre del modo más eficaz posible, ya empieza a emanar una verdadera peste de cadáver sin enterrar.

* * *

Nunca aprenderemos.

Últimamente parece que tenemos lo que merecemos, y resulta casi más difícil identificarse con "el pueblo" que con lo que Cuchí denomina "la Casta". Al menos la Casta tiene unas señas de identidad claras, unos objetivos bien definidos, una coherencia. El Pueblo en cambio parece que está meramente esperando a que otros le digan qué hacer, y que experimenta un ansia existencial ante la posibilidad de tener que asumir responsabilidad alguna sobre su propio destino.

Ese Pueblo está satisfecho con la situación actual, y lo demostró hace poco en las urnas. Por mucho que rezongue lo hace solo para desahogarse un poco, seguirá contento mientras haya pa' comer. Y tragará lo que haya que tragar, con tal de no soportar el yugo que se le antoja más pesado: la responsabilidad maldita.

Atrapados en medio se encuentran muchos que no pertenecen a un colectivo ni al otro. Un 'tercer' colectivo que carece de poder efectivo en la democracia actual, pues no es poderoso ni numeroso. Que no está representado en los poderes cada vez más centralizados, y probablemente nunca lo estará. Como siempre: ¡que le den a las minorías!

La conclusión no es gran cosa.

7 comentarios:

Candide dijo...

¡Pues no! Así no se puede.

Hemos de constatar que esta crítica es extrínseca a la Constitución, no instrínseca. Vierte sobre las condiciones externas que llevaron a su aprobación, pero no dice ni una palabra sobre su contenido.

Ninguna crítica se puede permitir eso.

¿Porqué no? Porque al no entrar en la materia nos deja con mal sabor de boca y totalmente desamparados por lo que a posibles soluciones se refiere.

¡Que -leyendo el texto original de Cuchí- el pueblo se levantará algún día? Hombre, sí, vale decirlo para dar un toque de atención, ¿pero adónde caminará este pueblo? ¿Al Valle de los Caídos para rematar a Franco?

Típicamente español -siento decirlo, pero siento necesario decirlo- es calentarse la cabeza por el pasado (qué cómodo), mirando al presenta por encima (más cómodo) para levantarse en pos de un futuro para el qual se ha dado ningun proyecto en concreto; muy triste.

Sí sí, la casta. ¿La ahorcamos y listo? Hombre, no, tenemos que crear leyes mejores. Hace falta otra Constitución, o enmendar la presente. ¿Pero cuales son las partes de la Constitución que no nos valen, y que nuevos detalles debería contener?

En concreto, por favor. Es un libro bien delgado, en mi copia PDF no llega ni a 50 páginas.

Habrá que volver a leerlo. Quizás descubramos que no está tan mal. Sirvió para integrar España en el mundo civilizado, en Europa, y la gente finalmente podía comprarse sus cochecitos y ver porno sin pasar por La Junquera.

Todos han disfrutado de esto mientras duraba, nada malo tiene, pero ahora hablar como la puta que quiere volver a ser vírgen es simplemente ridículo.

Hay que mirarse en el espejo, y hay que mirar bien el objeto del debate, o se estará dando eternamente dando palos de ciego.

Ya se vislumbran los líderes demagógicos que se aprovechan de tal condición. Es que aparte del cochecito y el porno esta Constitución también nos permite expresarnos libremente; a todos, demagogos incluidos.

Hay que usar esta libertad responsablemente, y esto también quiere decir sin degradar la ley que nos la da, sino mimarla para mejorarla y corregirla para que crezca.

Gus dijo...

[editado]
Tienes razón, Candide, la crítica requiere concreción.

Solo que en este asunto me has pillado con la guardia baja, porque mis críticas a la Constitución y en general al fenómeno de la "transición" son quizás demasiado genéricas para tus estándares.

De la Constitución no me parece bien que estableciese la Monarquía, institución incompatible con la Democracia e impuesta por el dictador.

Y por supuesto la institucionalización de la Iglesia Católica, brazo del regimen 'saliente' que de este y otros modos nunca salió.

Claro que son cuestiones que requerían bastante tiempo para madurar en la cultura española; pero eso no quita que fueran factores debilitadores para la naciente Democracia. Y que hoy en día son 'de cajón'.

También tengo entendido que existe un problema de falta de independencia del poder judicial aunque me vas a disculpar que en ese tema carezco de detalle.

Y en cuanto a la transición, me parece que está sobrevalorada, que siempre se ha hablado de ella sin sentido crítico, como si hubiese sido un hecho maravilloso y perfecto cuando creo que pudo haberse hecho mejor.

Y me disgusta que la generación que votó la Constitución aparentemente cree que realizó algo heroico, y de esa creencia surge una especie de sacralización del fenómeno: "hicimos algo grande, que nadie ose tocarlo".

Pues hay que tocarlo.

Te debo una crítica más constructiva, Candide; pero necesitaré tiempo para realizarla.

Candide dijo...

Mi crítica sólo te debe tocar de rebote, porque no eres el autor del texto que dió pie a todo esto. Debería haber dejado mi crítica allá, pero enfin, este es un blog amigo.

Estoy de acuerdo contigo en casi todo lo que dices. Aunque sí creo que la la transición tuvo también mucho de bueno. En todo caso, nada es intocable, nunca.

Tú a mi no me debes ningún texto más elaborado, ni me veo yo capacitado para ir más allá de mi crítica conceptual. Habría que seguir fomentando el debate. Curiosamente Oriol, link desde mi página, acaba de empezar un debate sobre el papel de la izquierda.

vixenman dijo...

Candide, comparto contigo el espíritu de lo que dices en defensa de lo bueno que tiene la Constitución, pero me parece que también tú generalizas cuando hablas de nuestro cómodo afán por calentarnos la cabeza con el pasado, como si se tratase de una especie de torpe pasatiempo nacional.

Por concretar, en España, a día de hoy, casi ochenta años después, hay miles de muertos en las cunetas, un faraónico monumento erigido para mayor gloria de un dictador y genocida, cuyas cimientos son el osario de los treinta mil esclavos que lo construyeron, y, en general, un grave problema de memoria histórica, con prácticamente todos los medios de comunicación del país dando pábulo a revisionistas de la historia de la Segunda República y nuestra Guerra Civil, meros transmisores de las viejas mentiras de la propaganda fascista, contaminando toda la sociedad y acusándonos a "los otros" de cainitas, dividiendo e insultando. Imagínate una situación parecida en Alemania con Hitler y el genocidio... Pues bien, es posible, y muchos españoles lo creemos así, que una parte de la culpa de esta situación la tenga precisamente nuestro modelo de Transición. Aunque a título personal estoy muy orgulloso de lo que consiguieron mis padres con sus manifestaciones pacíficas, y por pacíficas entiéndase que ellos recibían los cachiporrazos de los grises, también creo que despotricar de la Constitución y de nuestra Transición es una actitud de lo más inteligente, sana y constructiva en nuestros días.

Se me ocurre que a lo mejor podríamos aprender algo de Argentina, aunque necesitaríamos para ello un poder judicial verdaderamente democrático, quizás la mayor de las reformas pendientes desde la Transición, al margen de romper el maldito Concordato preconstitucional...

Candide dijo...

Estoy de acuerdo, VM. Comparto lo que dices. La omertà de la transición fue un error, y hay que hacer justicia.

Mi crítica empieza donde se comienza a decir globalmente que no hay nada que valga. Y sí, observo que muchos se quedan en despotricar, perdona que lo vea -generalizando- como algo muy español.

Pero da igual si lo es o no. Queda claro que hacen falta críticas intrínsecas y constructivas. Hay que concentrarse en eso.

Holgazán dijo...

¡Ups! Tarde y a toro muy pasado, pero no había leído esta referencia a mi artículo y me interesa matizar alguna cosa.

@Candide una bitácora no es un post: suele tener un hilo conductor en su conjunto. @Gatopeich me cita a su vez, y me parece estupendo (y halagador) que lo haga, pero me parece que te precipitas juzgando por un sólo artículo.

De todos modos, te diré que mi post sí que contiene una importante crítica intrínseca (pueden hacerse más y, en realidad, las he hecho en otros posts, pero para los efectos, con este será suficiente). Reproduzco unas frases:

[...] proceso constituyente llevado a cabo por unas Cortes que no sólo no fueron votadas como tales constituyentes sino que, por activa y por pasiva, se había dicho reiteradamente que no iban a ser constituyentes, con lo que, en la campaña electoral, se hurtó el debate sobre el contenido de la Constitución para ir a lo etiquetero-ideológico. No se planteó en campaña (¡líbrenos Dios!) el debate monarquía-república, no se planteó en campaña el modelo político-territorial, no se planteó el modelo económico del Estado, no se planteó nada [...]»

Y, efectivamente: ¿somos los españoles monárquicos o republicanos? (en el conjunto social, claro); ¿queremos un sistema económico social o liberal?; ¿qué modelo territorial queremos? ¿nos está bien el autonómico? ¿querríamos quizá el federal? ¿o no querríamos más que una simpla desconcentración administrativa manteniendo un estado centralizado, al modo francés?; ¿queremos este modelo electoral o queremos otro, democrático, pero distinto?

Todo eso son cuestiones que están ahí, vigentes y en primera línea, y siguen ahí treinta y tres años después porque no se resolvieron en aquel momento. Por lo tanto, la crítica es intrínseca a la Constitución: no refleja -o no necesariamente- el sentir y el desear de los españoles porque no se produjo entre ellos el necesario debate. Dar por consagrada e inmutable la monarquía, dar por consagrado e inmutable el sistema territorial autonómico (que incluye las particularidades vasca y navarra), dar por consagrado un sistema capitalista mixto (es decir, con alguna compensación de carácter social) y basar tanta consagración en la Constitución es una falacia de tamaño proboscídeo. Y eso es una crítica intrínseca de la Constitución.

Disculpas nuevamente por esta aparición tardía.

Gus dijo...

Bienvenido a mi blog, Xavier, y gracias por aclarar de manera tan eficaz tu crítica a la Constitución. La próxima vez que polemicemos aquí acerca de tus escritos te avisaré. Como el que llama al primo de Zumosol.