Nada hemos aprendido. Como los 'lemmings' corren hacia el acantilado, nosotros alimentamos un odio patético y anónimo hacia 'los otros'. Un odio torpísimo del que algunos desalmados sacan partido y todos los demás pagaremos las consecuencias.
Hieren la vista del que no está ciego ciertos detalles en la 'prensa establecida' (ese cadáver que anda). ¿Cómo ha podido ocurrir esto en "La Pacífica Noruega"? Preguntan, refiriéndose a un país cuya segunda fuerza política es un "Partido del Progreso" famoso por su intención de limpiar el país de extranjeros. Pues no sé, ¿alguien ve una posible relación?
¿Y cómo podría ocurrir algo así en España, por ejemplo? Pues léase los comentarios de la gente en cualquier periódico online, una parte significativa de ellos dedicados a expresar el odio a los inmigrantes, o a los del otro partido. Porque hay dos pa' elegir, ya sabemos, y muchos fieles en sus filas.
Por desgracia no tuve el extraño placer de ver la noticia en directo España para constatar cómo lo achacaban al "terrorismo islámico". Sin embargo se podía constatar en cualquier medio internacional. Tendría gracia si no fuese tan vulgar: nosotros los matamos y mutilamos indiscriminadamente con tecnología punta, y si ellos osan responder (que lo tienen dificilísimo) están cometiendo el más horrendo de los delitos, el más repetido por nuestros voceros: el horrible "terrorismo". Pa' quien no se haya enterado: esto es una guerra y la pagamos con nuestros impuestos.
Por suerte también hay mucha gente que se da cuenta del pastel, y también pueden verse sus comentarios en cualquier periódco online, y en blogs de mayor calidad que la mayoría de lo escrito en la prensa zombie-vocera. Y están surgiendo movimientos positivos como el 15-M.
La pregunta que se hace uno es ¿habremos aprendido algo de los últimos cien años? ¿Sería muy distinta la situación entonces? ¿Habría gente denunciando el pastel, o estaba todo el mundo echando las culpas a "los otros"?
La respuesta, y mucho más, en los años venideros...
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PD: Gracias por esos temazos que nos dejaste, Amy.