sábado, 16 de enero de 2016

De ondas, impulsos y heraldos

- "We have a nice life" le dice su travestida mujer antes de que comience el vídeo musical en sí. (Valentine's)

De Bowie he leído algunas cosas estos días, en momentos de consumo compulsivo que reverberan con los movimientos vibrantes de los personajes de sus últimos vídeos.

Que si era un heraldo, que si los ateos somos zombis. Reflexión tan rica como sorprendente viniendo de un declarado creyente. Me hubiera gustado discutir con Norman Ball que yo no quiero un alma inmortal a cambio de renunciar a la individualidad que hay en mi cuerpo. Que para mí no es un mero icono desechable, sino que junto a las heridas del tiempo es todo lo que tengo. ¿Qué es implica la inmortalidad en ese caso sino renunciar a todo para quedar como mera resonancia de arcaicos impulsos y ondas eternas? Eso ya viene dado para bien y para mal. La cuestión es si somos capaces de trascender.

Trascender.

Y las ondas.

Ahí están las ondas, en el "centro de todo". Desde el centro del tiempo, del espacio, y algo más que se me escapa. Capaces de explicar la creación tanto como la destrucción. Ondas e impulsos. Y heraldos capaces de intuirlo todo, y que no saben si contarlo o no, no vaya a ser que nos exploten las cabezas.



O peor, que nadie escuche.

Postdata: Hoy un hombre anunciaba el "Blackrock Market" con un cartel y una cabeza gigante de peluche, bajo la lluvia. Si fuera creyente, habría visto a Bowie. Me falta fe, y me sobra.

Gracias.

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